miércoles, 19 de diciembre de 2012

¿CÓMO CONTARLO?


Una tarde, cuando Valérie acababa de quitarse el sujetador, vio la mirada de Bérénice clavada en sus pechos. Sabía que los tenía espléndidos, redondos, altos, tan hinchados y firmes que parecían artificiales. Bérénice alargó la mano, rozó la curva del pecho y el pezón. Valérie abrió la boca y cerró los ojos en el momento en que los labios de Bérénice se acercaban a los suyos; se entregó completamente al beso. Cuando Bérénice le deslizó una mano en las bragas, ya estaba húmeda. Se las quitó con impaciencia, se dejó caer en la cama y abrió las piernas. Bérénice se arrodilló delante de ella y le metió la boca en el coño. Cálidas contracciones recorrían el vientre de Valérie, tenía la impresión de que su espíritu volaba por los espacios infinitos del cielo; nunca había sospechado que pudiera existir un placer semejante.

   Lo hicieron todos los días, hasta el comienzo de las clases...

(Plataforma, Michael Houellebecq)



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