Bodegones ferroviarios
En vía muerta | Crítica. Diario de sevilla.
Vila Francés ejerce de memorialista de trenes perdidos y estaciones abandonadas
La ficha
En vía muerta. Alfonso Vila Francés. Maledictio. Madrid, 2022. 128 páginas. 20 euros
Alfonso Vila Francés lleva cinco años viajando en tren –otras veces en coche y también a pie– con el fin de dar testimonio de tanta vía férrea sin uso. Dice con razón que “las estaciones abandonadas son el territorio del olvido y que el territorio del olvido es el territorio de la naturaleza". De ahí lo dicho, el bodegón, la naturaleza muerta del paisaje español a través de los trenes desmantelados y las estaciones que hoy perviven en forma de casonas afantasmadas, de dioramas carcomidos o pintarrajeados y que han quedado a la vista, en mitad de un monte, sobre una paramera, en las afueras de tal o cual pedanía, o junto a un curioso sotobosque.
El trabajo de Vila Francés nos hace viajar por la fantasmagoría de los lugares por donde sólo circula ya, todo lo más, el hálito final del tiempo. Estaciones silentes y caedizas, como las de Herrera de la Mancha (Ciudad Real), Castellnou de Seana (Lérida), Fitero (Navarra), Villares de Yeltes (Salamanca), La Puebla de Albortón (Zaragoza), Monteagudo de las Vicarias (Soria)... La eufonía del olvido agoniza con belleza en los nombres de los pueblos que perdieron su tren.
No todo aquí es trance de melancolía. El autor también critica la desamortización ferroviaria que ha sufrido España y su falta de cohesión en la red secundaria de trenes. El anhelado AVE no ha hecho si no agravar el daño, sobre todo en algunos trayectos que, más allá de un deber moral de mantenimiento, pudieron ser rentables para, entre otras salidas, dar vida al turismo de segunda velocidad.
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